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La túnica del Yacente

La túnica de la Hermandad de Jesús Yacente se compone de tejido de lana blanca sencillo y ordinario, que tiene la urdimbre y la trama de estambre, palabra de cuyo cultismo latino «staminea» proviene la palabra estameña. Entonces tenemos que la tela de estameña es la parte del vellón de lana que se compone de hebras largas.

El batanado mecanizado del paño ofrece un enfurtido que le da consistencia y buena caída. El tundido, también mecanizado, le da un aspecto fino y agradable al tacto, por su suavidad. No podemos decir lo mismo del tinte, que si bien supone una labor compleja que requiere cualificación para su ejecución, el resultado en la procesión nos ofrece diferentes tonalidades de blanco.

Su urdimbre es catorcena, es decir, unos 1.400 hilos en telar, definido como basto, puesto que el fino es aquel que supera los 2.600 hilos de urdimbre. La trama que abraza la urdimbre, en nuestro caso, se dispone tejiendo dos hilos de urdimbre por cada uno de trama.

Para poder conseguir una hechura a medida se precisan dos largos más la medida del caperuz y las mangas. Por largo tenemos que entender la medida desde los hombros hasta los pies, siendo el uno correspondiente al delantero y el otro a la espalda.

El cuello se dispone en caja, o cerrado, rematado en jareta al bies para ceñirlo con hiladillo.

El largo delantero se corta al medio en sentido longitudinal con el fin de aprovechar tales cortes para las costuras laterales sin sobrehilar, y unir los extremos de la pieza al centro para mejor remate de la abertura pectoral, puesto que no precisan de sobrehilado. Como decimos, queda abierto hasta aproximadamente el inferior del esternón, adornando, según gusto, con una tabla a cada lado de medida de pliegue variable según la corpulencia, cuya finalidad es la amplitud de la prenda.

El largo trasero comprende tres tablas de cada lado, también variable según la corpulencia y los criterios de amplitud más ortodoxos y cómodos. Las tablas quedarán ocultas bajo el caperuz.

La cintura se ciñe con hiladillo blanco introducido en el espacio comprendido por la estameña y otro hiladillo más ancho, 2 cm, cosido a ésta a pespunte y con máquina.

El bajo se remata doblado a unos 3 cm, resolviendo tal remate a pespunte debido al peso de la tela, pues el remate a mano se torna insuficiente para su aguante.

Mangas pegadas con bocamanga en cartera, ésta rematada en pasamanería de trencilla morada compuesta de dos cabos torcidos entre sí, mal llamadas manguitos, recurso solamente utilizado por quienes aprovechan la túnica para otros desfiles procesionales y se sirven de unos manguitos a guisa de remate en cartera. Tales carteras se adornan con tres botones cada una dispuestos en línea a lo largo de ella equidistantes, forrados de tela morada.

Los parámetros del caperuz, también de estameña blanca, comprenden un triángulo isósceles cuyo lado desigual resulta de la medida del perímetro craneal dividido entre dos y cuya altura es de 90 centímetros. Su remate es de idéntica pasamanería que las carteras de las mangas. El corte de cada uno de los ojos se sobrehíla a mano con puntada de ojal. Respetamos pero disentimos de los armazones del caperuz más livianos, utilizados en los últimos años, por ser contrarios al espíritu penitencial de la Hermandad, a mayor altura entiéndase una mayor disciplina debida al peso que soporta la cabeza y la relajación en la costumbre se aleja del ideal del penitente, a quien no sólo se le exige un sacrificio, sino que tal sacrificio tiene que ser aceptado por él. Los armazones ligeros se ajustan a las normas de bienestar en vez del compromiso supremo de austeridad.

Fajín de color morado de tela de algodón, hilado en trama de espiga, confeccionado en trampantojo para mejor disposición y ceñido, rematados cada uno de sus extremos en 12 cerras trenzadas a dos cabos y anudadas en su extremo distal.

Guantes blancos, indistintamente se vienen utilizando para desfilar tanto los de tela de algodón como de nailon.

Sandalia compuesta de material, su correaje, bruñido en color negro y cosido a la suela, está dispuesto al empeine en una sola tira transversal, otra más, abierta al talón, que sujeta la correa de un lado y del otro la hebilla para ceñirla. Existe un modelo más elaborado que añade una correa más, uniendo la correa del empeine con la ceñidora.

Esta sencilla aportación descriptiva no hubiese sido posible sin la ayuda de dos personas, el apartado técnico de ejecución de una túnica a mi madre, Elena Lozano Illán, cuyos conocimientos del oficio de modista adquiridos en Zamora, vocabulario y lenguaje técnico, son contemporáneos a los primeros años de la Hermandad de Jesús Yacente. La túnica a mi tío, Jacinto Martínez Pérez (†), de cuyo modelo se hizo la mía, y cuyo ejemplo de Hermano procuro mantenerlo vivo.

Hermano nº 660