Queridos hermanos:

En estos momentos de incertidumbre que afecta a toda nuestra vida, hay que pararse de verdad. ¿Donde me sitúo yo?, ¿cómo afronto la vida?, ¿qué deseos surgen en mi corazón?, ¿qué puedo aportar en este momento al mundo?. Y Dios y mi fe, ¿tienen algo que ver con toda esta pandemia que sufrimos con todo lo que conlleva? El coronavirus está haciendo tambalear las creencias en nuestra sociedad occidental y se ha convertido en un espejo en el que estas creencias han quedado reflejadas.

En este momento muchos afirman: no creo en nada, o bien, no tengo creencias. Y tú ¿qué piensas al respecto? Desnúdate de todas las ideas y tradiciones preconcebidas, incluso de toda arrogancia o desvelo, y cuida tu ser interior para descubrir el paso de Dios en tu vida y poner todo tu empeño en descubrir a este Dios que te ama a pesar de nuestras limitaciones y carencias. Reconoce desde la gracia de Dios lo esencial: tener salud, sentirte miembro de una familia o comunidad o de tomarte un café con los amigos y como hermano cofrade salir de ti mismo, tender puentes con otros.

La secretaria general de Cáritas, en el reciente informe Foessa de 18 de enero de 2022 dice que “uno de los aspectos diferenciales de esta crisis es la profundización de la brecha de desigualdad en nuestra sociedad, donde los grandes damnificados por la Covid-19 son precisamente las personas y familias más frágiles y desfavorecidas, a quienes no ha llegado las respuestas públicas del denominado escudo social”. En España hay casi seis millones de personas que sufren la exclusión social.

Esto unido a todas las circunstancias políticas, económicas, sanitarias, educativas, son motivos suficientes para que puedan provocar en ti una interpelación fuerte para purificar tu fe y ser conscientes que la fe sin obras está muerta (Sant 2, 14-20). Animo y adelante. Nos vemos en la noche del Jueves Santo. Cristo Yacente espera todo lo mejor de ti.

Manuel San Miguel / TU HERMANO 255 Y CAPELLÁN